Este Blog es en homenaje a los que descansan en el Cementerio de Azul (Prov. de Buenos Aires, Argentina), que nos precedieron en el duro camino de la vida y que con su esfuerzo y dedicación contribuyeron a hacer grande a esta ciudad. Nació de la mano de Vicente Lencioni y hoy nos toca continuar su legado, siguiendo el principio que él se planteara al construir este sitio.
CEMENTERIO DE AZUL Homenaje a la majestuosidad de la muerte y a la síntesis histórica. La ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires, Argentina, rinde homenaje a la majestuosidad de la muerte, con una imponente escultura hecha en 1938, por el arquitecto e ingeniero Francisco Salamone. Esta escultura representa un ángel flamígero con una espada en las manos. Como dijo alguien, pareciera que estuviera marcando la frontera entre la vida y la muerte; además esta representando para los creyentes la esperanza de la resurrección. Entrando ya al interior del Cementerio encontramos dos cenotafios que rinden homenaje a los muertos de los dos grandes partidos políticos cuya ideología la podemos considerar fundacional de la Argentina moderna. Uno es en homenaje a los muertos en la Revolución Radical, de 1890 y el otro es en homenaje al Teniente General Juan Domingo Perón y a su esposa María Eva Duarte. Es como si esta Ciudad Cervantina, de profundas raíces Pampas, en la que hace años se señoreaban los pueblos originarios, tierra en que tantos desencuentros se produjeran, quiere ser hoy la heredad de la síntesis unificadora de tantos años de desencuentros.



A los desaparecidos de toda la tierra, de todas las épocas por distintos motivos, quienes con su sacrificio han hecho posible que "la muerte le enseñe a los vivos" a soñar con un Mundo lleno de respeto por las ideas del otro.

(José Vicente Cuenca Phd Departamento de Antropología Universidad Nacional de Colombia Santa Fé de Bogotá, 1994)


domingo, 17 de septiembre de 2023

El Dr. Alejandro Brid

                                                El Dr. Alejandro Brid


Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Alejandro José Brid de la Lama nació en Bidania, Guipúzcoa (País Vasco, España), en 1817. Sus padres fueron Jacinto Brid y Galarraga y María Prudencia de la Lama Urraca. A muy temprana edad Alejandro y su familia arribaron a la Argentina. Se instalaron en la ciudad de Buenos Aires donde él comenzó sus estudios en medicina y asimismo conoció a la que se convertiría en su esposa, la joven tucumana Manuela Ugarte Gramajo.

Sin embargo, cuando el futuro era prometedor en la ciudad, decidieron probar suerte en el interior de la Provincia. Así fue como a mediados de 1854 decidieron viajar a Azul, sin saber que Manuela estaba embarazada.

Inmediatamente, Alejando comenzó a ejercer su profesión anotándose así en la historia lugareña como uno de los primeros médicos locales.

Con la expedición fundadora había llegado el Dr. Juan Fernando Michemberg, médico que ni siquiera alcanzó a permanecer un mes por estos lares (aunque luego volvería al Azul y tendría una numerosa familia cuyos descendientes aún viven entre nosotros), ya que el 8 de enero de 1833 el coronel Pedro Burgos lo dio de baja con cualquier excusa, aunque la verdad era que “no abrazaba la causa”. En su lugar fue enviado el Dr. Pedro Piscueta, de origen español, que tampoco satisfizo a Burgos y fue enviado de vuelta debido. Recién con la llegada del tercer facultativo, el Dr. Pedro Ramos, la situación se normalizó, distinguiéndose este médico por su acción profesional como por la comunitaria. Sumándose como anecdótico que su hija lo haría abuelo de Manuel Belgrano, nieto del general homónimo.

Por su parte, el doctor Alejandro Brid (tal vez cuarto o quinto médico del Azul si no se agrega otro facultativo a los mencionados), representaba al prototipo del médico rural, un profesional con un nivel de preparación superior al habitual por aquellos años. Asimismo, todo el vecindario lo apreciaba mucho pues no sólo se destacaba por su carácter afable sino que solía atender a muchos enfermos sin siquiera cobrar un centavo.

Construyendo una posición económica acomodada, el doctor Brid comenzó a invertir en la compra de tierras. Así fue como se convirtió en propietario de numerosas “suertes de estancias” que representaban unas cuantas miles de hectáreas productivas. Alejandro y Manuela tuvieron cuatro hijos: Manuela Dolores (1855), Alejandro María del Pilar (1857), Juana Dominga Liberata (1860) y Antonia Dolores (1863). A pesar de los años que llevaban juntos, la pareja recién contrajo matrimonio en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Azul el 12 de mayo de 1862.

El 3 de junio de 1870, mediante la Ordenanza N° 108, se designó a Brid –que también actuaba en la política local- como médico municipal. Poco tiempo después, más precisamente el 8 de julio, el Doctor envió una misiva al Presidente de la Corporación Municipal solicitando material para la higiene y el cuidado de los enfermos del Hospital -que funcionaba en la casa de don Ventura Miñana, situada en la esquina Oeste de las actuales calles Colón y Corrientes, conocida luego como “la casa de Catriel”, hoy desaparecida-.

A fines de febrero de 1872, el general Ignacio Rivas fue alertado sobre la gestación de un formidable malón que se dirigiría a Azul. Inmediatamente el General procuró reforzar sus tropas recibiendo la ayuda de los vecinos Vicente Pereda, Manuel Vega Belgrano y el doctor Alejandro Brid, quienes fundamentalmente aportaron caballos y otros recursos menores. Finalmente, el general Rivas resultó vencedor en la que se conocería como la Batalla de San Carlos de Bolívar, desencadenada en 8 de marzo de 1872.

El (segundo) Hospital del pueblo fue parte de los desvelos de Brid. Entendía que la salud de los azuleños eran prioridad y por ello respaldaba a la señora Candelaria Álvarez de Bustos, que se ocupaba de curar y asilar a los enfermos. Asimismo, él nunca dejó de demandar recursos para intentar mejorar las instalaciones sanitarias; sin embargo, no siempre fue escuchado…

El estimado doctor Alejandro Brid falleció repentinamente el 4 de abril de 1875, siendo sepultado en el Cementerio de Azul.

 

 

 El doctor Alejandro Brid, representaba al prototipo del médico rural, un profesional con un nivel de preparación superior al habitual por aquellos años. Se destacaba por su carácter afable y porque solía atender a muchos enfermos sin siquiera cobrar un centavo.




Placa en la bóveda que guarda sus restos. 





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