Este Blog es en homenaje a los que descansan en el Cementerio de Azul (Prov. de Buenos Aires, Argentina), que nos precedieron en el duro camino de la vida y que con su esfuerzo y dedicación contribuyeron a hacer grande a esta ciudad. Nació de la mano de Vicente Lencioni y hoy nos toca continuar su legado, siguiendo el principio que él se planteara al construir este sitio.
CEMENTERIO DE AZUL Homenaje a la majestuosidad de la muerte y a la síntesis histórica. La ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires, Argentina, rinde homenaje a la majestuosidad de la muerte, con una imponente escultura hecha en 1938, por el arquitecto e ingeniero Francisco Salamone. Esta escultura representa un ángel flamígero con una espada en las manos. Como dijo alguien, pareciera que estuviera marcando la frontera entre la vida y la muerte; además esta representando para los creyentes la esperanza de la resurrección. Entrando ya al interior del Cementerio encontramos dos cenotafios que rinden homenaje a los muertos de los dos grandes partidos políticos cuya ideología la podemos considerar fundacional de la Argentina moderna. Uno es en homenaje a los muertos en la Revolución Radical, de 1890 y el otro es en homenaje al Teniente General Juan Domingo Perón y a su esposa María Eva Duarte. Es como si esta Ciudad Cervantina, de profundas raíces Pampas, en la que hace años se señoreaban los pueblos originarios, tierra en que tantos desencuentros se produjeran, quiere ser hoy la heredad de la síntesis unificadora de tantos años de desencuentros.



A los desaparecidos de toda la tierra, de todas las épocas por distintos motivos, quienes con su sacrificio han hecho posible que "la muerte le enseñe a los vivos" a soñar con un Mundo lleno de respeto por las ideas del otro.

(José Vicente Cuenca Phd Departamento de Antropología Universidad Nacional de Colombia Santa Fé de Bogotá, 1994)


miércoles, 20 de septiembre de 2023

Constantino Rey

 Constantino Rey

 

  Por Eduardo Agüero Mielhuerry

 

 

Constantino Rey nació en Santiago de Compostela, España, en el año 1858. Sus padres fueron Ramón Rey y Manuela Calvo, y tuvo por lo menos tres hermanos mayores: Ramón, Joaquín y Justina.

Decididos a probar suerte en nuevos lares, a mediados de la década del ’70 del siglo XIX, los cuatro hermanos llegaron a la Argentina, instalándose en la ciudad de Buenos Aires. Allí el destino quiso que Constantino conociera a muy temprana edad a Justina Rilo (española, dos años menor que él, hija de José -sastre de profesión- y Carmen).

En 1875 contrajeron matrimonio y se instalaron en la calle Piedras N° 409. En ese domicilio, el 5 de octubre de aquel mismo año, nació el primer hijo de la pareja al que bautizaron Constantino.

 

 

Buscando prosperidad

 

 

Poco tiempo más tarde, Constantino decidió probar suerte en el interior bonaerense -tal como lo hiciera su hermano Ramón al instalarse en el pueblo de 9 de Julio-, por lo que eligió radicarse en Azul. A mediados de 1877 la joven familia llegó al pueblo en tren. El matrimonio con el pequeño bebé se instalaron en la casona ubicada en la por entonces calle XI N° 220-222 (actual Belgrano).

En breve, Constantino abrió un modesto local en la calle “de la Iglesia” o calle IX al N° 110 (actual San Martín). Al principio se dedicó al oficio de joyero y platero, efectuando las tareas de fundición y laminado de metales, demostrando principalmente su innata habilidad en el grabado.

Con el paso del tiempo Constantino asumió plenamente su rol como relojero, pues no existía entonces otro que se dedicara a este oficio con su habilidad y precisión en el Azul. Con dicha ampliación, su comercio creció rápidamente y para finales del siglo XIX tenía un importante stock de relojes de novedosos diseños y había anexado a su negocio el taller de reparación.

Constantino fue Presidente del Orfeón Español e integrante del Club de Artesanos. También formó parte del “Club Unión Azuleño”, fundado el 14 de noviembre de 1880. Asimismo, como miembro activo de la comunidad española, fue uno de los socios fundadores de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Azul nacida el 6 de enero de 1882.

La familia fue creciendo con los nacimientos de Justina (1 de mayo de 1878), Aureliano Ramón (16 de julio de 1880), Manuela Fermina (7 de julio de 1882), Adela Otila (12 de junio de 1884), Clotilde (1887), Magdalena Carlota Abelina (nació el 26 de agosto de 1888) y Ramón (30 de octubre de 1890).

 

 

Cosechando amigos…

 

 

Constantino comenzó a viajar con frecuencia a Olavarría donde las oportunidades comerciales eran prometedoras y allí se radicó con su familia. En la vecina ciudad realizó diversos trabajos como joyero, al tiempo que acrecentó su vínculo con el doctor Ángel Pintos. El 3 de noviembre de 1894, en la Parroquia San José de Olavarría, fue bautizada Otilia, la novena hija de Rey que había nacido en Azul el 3 de octubre del año anterior. Sus padrinos fueron Pintos y su esposa Leonor Filippis. Ese mismo día, quedando asentado el acontecimiento en el Acta contigua, Ángel bautizó a su hija María Celia (nacida en La Plata el 16 de octubre de 1890), siendo sus padrinos Constantino y Justina.

Antes de finalizar el siglo XIX, Constantino decidió volver a radicarse en Azul. Pronto dos niños más llegarían a la familia. María Angélica, nació el 6 de julio de 1897, y José, el undécimo y último hijo del matrimonio, nació el 20 de julio de 1904.

A principios del siglo XX, Constantino Rey conoció a un compatriota de origen -olavarriense por adopción-, con quien compartiría no solo el gusto por la relojería sino también la pasión por el grabado de metales. Aquél joven, de poco menos de 30 años de edad, era el brillante autodidacta Dámaso Arce. Ambos trabajaban con técnicas diversas y estilos contrapuestos pero exquisitos y refinados. A pesar de sus diferentes edades y experiencias laborales, coincidieron en cuanto a la temática desplegada, vinculada en varias oportunidades a las costumbres criollas. Dentro de las obras destacadas de Rey sobresalen diversos cuchillos en plata, cincelados con motivos alegóricos al trabajo, con flores, pájaros y algunos animales mitológicos como dragones y serpientes aladas.

En 1902, durante la administración del intendente Ángel Pintos, mientras conducía el Hospital Municipal el doctor Ulrico Filippa, Constantino Rey fue su Boticario. Asimismo, fue miembro activo de la Logia masónica “Estrella del Sud” N° 25 que actuaba en nuestra comunidad.

Hacia marzo de 1921, la entonces Sociedad “Pan de los Pobres”, emanada de la Pía Unión de San Antonio, tenía a su cargo una humilde vivienda cerca del antiguo y ya desaparecido Hotel Roma, en la Avenida Centenario (actual Av. Monseñor C. A. Cáneva), donde funcionaba el conocido como “Asilo de Rey” (llamado así por el dueño del edificio), lugar que fuera el precursor del Hogar de Ancianos “Ernestina Darhanpé de Malére”, inaugurado tres años más tarde.

Posiblemente la última actividad visible de Constantino Rey por el bien de la comunidad fue inaugurada el 9 de julio de 1924. Ese día comenzó a funcionar la “Usina del Pueblo”, empresa local la que, encabezada por el pujante e irrefrenable Constantino Fernández y otros destacados hombres de nuestro medio, sirvió para el desarrollo y crecimiento de la ciudad y significó un acontecimiento gratísimo no solo para nuestro vecindario sino para todo el país que comenzó a descubrir el movimiento de Usinas Populares gestado en Azul.

 

 

Adiós…

 

 

            Justina Rilo de Rey falleció el 19 de abril de 1930, a los 70 años de edad. Fue sepultada en el Cementerio local. Tras su muerte, Constantino entró en una profunda depresión… A finales de aquel mismo año, Constantino fue trasladado al Hospital Español de la Capital Federal para ser asistido, pero su salud se quebrantó abruptamente y el 30 de diciembre de 1930 falleció en el nosocomio. Sus restos fueron trasladados a Azul e ingresaron en el Cementerio Municipal el 1 de enero de 1931.




Constantino Rey


Nicho donde descansan los restos de Constantino Rey





domingo, 17 de septiembre de 2023

El Dr. Alejandro Brid

                                                El Dr. Alejandro Brid


Por Eduardo Agüero Mielhuerry


Alejandro José Brid de la Lama nació en Bidania, Guipúzcoa (País Vasco, España), en 1817. Sus padres fueron Jacinto Brid y Galarraga y María Prudencia de la Lama Urraca. A muy temprana edad Alejandro y su familia arribaron a la Argentina. Se instalaron en la ciudad de Buenos Aires donde él comenzó sus estudios en medicina y asimismo conoció a la que se convertiría en su esposa, la joven tucumana Manuela Ugarte Gramajo.

Sin embargo, cuando el futuro era prometedor en la ciudad, decidieron probar suerte en el interior de la Provincia. Así fue como a mediados de 1854 decidieron viajar a Azul, sin saber que Manuela estaba embarazada.

Inmediatamente, Alejando comenzó a ejercer su profesión anotándose así en la historia lugareña como uno de los primeros médicos locales.

Con la expedición fundadora había llegado el Dr. Juan Fernando Michemberg, médico que ni siquiera alcanzó a permanecer un mes por estos lares (aunque luego volvería al Azul y tendría una numerosa familia cuyos descendientes aún viven entre nosotros), ya que el 8 de enero de 1833 el coronel Pedro Burgos lo dio de baja con cualquier excusa, aunque la verdad era que “no abrazaba la causa”. En su lugar fue enviado el Dr. Pedro Piscueta, de origen español, que tampoco satisfizo a Burgos y fue enviado de vuelta debido. Recién con la llegada del tercer facultativo, el Dr. Pedro Ramos, la situación se normalizó, distinguiéndose este médico por su acción profesional como por la comunitaria. Sumándose como anecdótico que su hija lo haría abuelo de Manuel Belgrano, nieto del general homónimo.

Por su parte, el doctor Alejandro Brid (tal vez cuarto o quinto médico del Azul si no se agrega otro facultativo a los mencionados), representaba al prototipo del médico rural, un profesional con un nivel de preparación superior al habitual por aquellos años. Asimismo, todo el vecindario lo apreciaba mucho pues no sólo se destacaba por su carácter afable sino que solía atender a muchos enfermos sin siquiera cobrar un centavo.

Construyendo una posición económica acomodada, el doctor Brid comenzó a invertir en la compra de tierras. Así fue como se convirtió en propietario de numerosas “suertes de estancias” que representaban unas cuantas miles de hectáreas productivas. Alejandro y Manuela tuvieron cuatro hijos: Manuela Dolores (1855), Alejandro María del Pilar (1857), Juana Dominga Liberata (1860) y Antonia Dolores (1863). A pesar de los años que llevaban juntos, la pareja recién contrajo matrimonio en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Azul el 12 de mayo de 1862.

El 3 de junio de 1870, mediante la Ordenanza N° 108, se designó a Brid –que también actuaba en la política local- como médico municipal. Poco tiempo después, más precisamente el 8 de julio, el Doctor envió una misiva al Presidente de la Corporación Municipal solicitando material para la higiene y el cuidado de los enfermos del Hospital -que funcionaba en la casa de don Ventura Miñana, situada en la esquina Oeste de las actuales calles Colón y Corrientes, conocida luego como “la casa de Catriel”, hoy desaparecida-.

A fines de febrero de 1872, el general Ignacio Rivas fue alertado sobre la gestación de un formidable malón que se dirigiría a Azul. Inmediatamente el General procuró reforzar sus tropas recibiendo la ayuda de los vecinos Vicente Pereda, Manuel Vega Belgrano y el doctor Alejandro Brid, quienes fundamentalmente aportaron caballos y otros recursos menores. Finalmente, el general Rivas resultó vencedor en la que se conocería como la Batalla de San Carlos de Bolívar, desencadenada en 8 de marzo de 1872.

El (segundo) Hospital del pueblo fue parte de los desvelos de Brid. Entendía que la salud de los azuleños eran prioridad y por ello respaldaba a la señora Candelaria Álvarez de Bustos, que se ocupaba de curar y asilar a los enfermos. Asimismo, él nunca dejó de demandar recursos para intentar mejorar las instalaciones sanitarias; sin embargo, no siempre fue escuchado…

El estimado doctor Alejandro Brid falleció repentinamente el 4 de abril de 1875, siendo sepultado en el Cementerio de Azul.

 

 

 El doctor Alejandro Brid, representaba al prototipo del médico rural, un profesional con un nivel de preparación superior al habitual por aquellos años. Se destacaba por su carácter afable y porque solía atender a muchos enfermos sin siquiera cobrar un centavo.




Placa en la bóveda que guarda sus restos. 





Para más información seguir el siguiente link:

https://historiasypersonajesdelazul.blogspot.com/search?q=Brid

miércoles, 6 de septiembre de 2023

domingo, 3 de septiembre de 2023

Antigua portada del Cementerio

La escultura en el acceso del Cementerio Central fue realizada por el artista Carlos Dusio, siguiendo un boceto de Alberto López Claro.



La portada estaba ubicada sobre calle Lamadrid, a mitad de cuadra, entre Necochea y Arenales.
Francisco Salamone la hizo demoler y construyó la actual en 1938, desplazando el acceso casi una cuadra para orientar finalmente su ángel mirando hacia el Oeste.